Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.




domingo, 11 de marzo de 2012

¿Por qué caminar si puedes volar?

Había una vez un rey que recibió como regalo dos magníficos halcones provenientes de Arabia.



Eran halcones peregrinos, las aves más hermosas que se hayan visto jamás. El rey entregó las preciosas aves al maestro de cetrería para que las entrenara.




Pasaron los meses y un día el maestro de cetrería le informó al rey que uno de los halcones estaba volando majestuosamente, planeando alto en los cielos, pero el otro halcón no se había movido de su rama desde el día en que llegó.



El rey convocó a curanderos y hechiceros de todas las tierras para atender al halcón, pero ninguno pudo hacer que el ave volara.




Luego le presentó la tarea a los miembros de su corte, sin embargo, al día siguiente, el rey vio a través de la ventana del palacio que el ave aún no se movía de su percha.



Habiéndolo intentado todo, el rey pensó: «Tal vez necesito a alguien que esté más familiarizado con la vida del campo para que en­tienda la naturaleza de este problema». Entonces le gritó a su corte:

-¡Vayan a buscar a un granjero!


A la mañana siguiente el rey se emocionó al ver al halcón volando muy alto sobre los jardines del palacio y le dijo a su corte:

-Tráiganme al hacedor de este milagro.



La corte rápidamente localizó al granjero, quien vino ante el rey. Éste le preguntó:

-¿Cómo hiciste para que el halcón volara?
Con reverencia, el granjero le dijo al rey:

-Fue fácil, su majestad. Simplemente corté la rama.




……………………………………




Una pareja de recién casados se mudó a un apartamento en un vecindario muy concurrido. La primera mañana en su nuevo hogar, después de haber hecho el café, la joven esposa miró por la ventana y vio que la vecina colgaba las sábanas para secarlas.




“¡Qué sábanas tan sucias! —pensó—, quizás necesita comprar otro tipo de detergente. Yo debería ir a enseñarle cómo lavar apropiadamente.” Cada dos días ella le murmuraba lo mismo a su esposo con desdén, mientras veía a su vecina colgar las ropas sucias desde tempranas horas del día.


Pasado un mes, una mañana la joven esposa vio con sorpresa que su vecina estaba colgando las sábanas perfectamente limpias. Ella exclamó: —¡Mira, finalmente aprendió a lavar la ropa, me pregunto quién la habrá enseñado!




Y el marido le contestó: —Bueno, en realidad, mi amor, la única diferencia es que me levanté temprano esta mañana y limpié la ventana.




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Isha nos enseña a cortar esa rama y a mantener nuestra ventana siempre limpia... hay que leer este libro !!!





2 comentarios:

El Tito Sami dijo...

Muy interesante. A veces nos obcecamos y no vemos que los problemas tienen fácil solución, o ignoramos que nosotros tenemos la culpa de algunas cosas.

Me parece interesante Isha.

Un saludo para toda la familia!

ElPapy dijo...

Cariño me ha gustado estas metáforas y voy a intentar darles mi sentido subjetivo a nuestra trágica realidad.

Vivimos aferrados a una concepción del mundo que hemos aprendido social y culturalmente en nuestro devenir diario. Esta concepción muchas veces se nos muestra como un lastre que nos inmoviliza, no nos deja actuar, se nos presenta como una barrera psicológica. Aunque esta concepción pueda ser falsa y corrupta nos aferramos a ella porque en ella esta el sustento de nuestra vida tal y como la conocemos; como ya certeramente apunto Nietzsche no deseamos encontrar la verdad que pueda perturbarnos esa tranquilidad. Estas actitudes que ha tomado el hombre a lo largo de la historia no le han dejado vivir y ser lo que en verdad debería haber sido. El hombre continúa a día de hoy viviendo en una cómoda “minoría de edad” de la que el mismo es culpable. Minoría de edad que estriba en la incapacidad de servirse uno mismo de su propio conocimiento sin la tutela de otro. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad!

Y esos poderosos tutores por medio de la religión o de la ideología dominante atontaron a sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de los limites impuestos, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas y fuera de lo establecido. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa y el esfuerzo a realizar puede ser grande pero después de algunas caídas se habrá aprendido a caminar. Por eso, como el otro halcón que vuela en libertad sólo son pocos los que, por esfuerzo del propio espíritu, logran salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con seguro paso. Ellos, después de haber rechazado el yugo de la minoría de edad, obtendrán la vocación que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo. Y a partir de ese momento podremos empezar a vivir una vida plenamente humana y con sentido.

Con respecto a la segunda metáfora me sirve para afirmar que las cosas tienen muchos lados, que uno mismo debe siempre tener cuidado de pensar que lo abarca todo. Rechazar los prejuicios basados principalmente en la apariencia de las cosas pero no en un profundo estudio de ellas a través del conocimiento científico. Nos advierte de las consecuencias negativas del absolutismo en materia de conocimiento que nos abocaría al dogmatismo y el sectarismo que van reduciendo la visión amplia del mundo y su complejidad. Para anular estas consecuencias es necesaria la visión amplia, la prudencia y por qué no la filosofía como conocimiento de lo general.

Como reflexión final te dejo una sobre un relato de Joseph Jaroswki que decía así:

COPOS DE NIEVE

Dos pájaros estaban posados sobre una rama durante una nevada, y se pusieron a conversar:

-Dime, ¿cuánto pesa un copo de nieve?-le preguntó el pájaro carbonero a la paloma salvaje.

-Casi nada -fue la respuesta.

-En tal caso, antes de irme déjame contarte una maravillosa historia- replicó el carbonero-. Al empezar este invierno me posé sobre la rama de un abeto. No era muy duro invierno, y como no tenía otra cosa que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando en las ramitas y en las hojas de mi tallo. Su número exacto fue 3.741.952. Cuando el último copo de nieve se depositó sobre la rama, sin que nada pasara, esta se partió- dijo el pájaro, y se alejó volando.

La paloma estuvo reflexionando un rato sobre la historia y por fin dijo:

-Quizá sólo haga falta la voz de una persona más para que cambien las cosas.


Un beso.

 
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